Pucha potens es un libro (trans)feminista, anticapitalista y anti-colonial porque busca tejer alianzas, liberar saberes y corpo-decolonizar la sexualidad. Y estas acciones son tremendamente necesarias pues el valor de estas letras descansa en que desmitifican las certezas que tenemos sobre nuestros cuerpos y nuestras sexualidades.
En una colonia menonita en Bolivia, entre 2005 y 2009, muchas mujeres empezaron a despertar adoloridas, con moretones, sangre, semen en las sábanas luego de haber sido agredidas sexualmente, sin que supieran bien a bien qué había pasado mientras dormían. En una colonia en la que el cuidado comunitario y la religión es parte de la configuración, las mujeres no entendían qué estaba pasando. Pronto adjudicaron lo que pasaba al castigo de Dios por sus pecados.
Hoy en día en Europa hay dos palabras que se desafían con la mirada: pueblo y populismo. Con la paradoja de un término negativo y peyorativo que deriva de lo que es la base positiva de la vida democrática. Se aborrece el populismo mientras se exalta el principio de la soberanía del pueblo. ¿Qué esconde esta paradoja? ¿Cómo podemos entenderla? ¿Hay una buena y una mala manera de ser un demócrata? ¿Una buena y una mala manera de estar cerca del pueblo?
En su libro, Rosanvallon se propone definir la doctrina populista y hacer su crítica. [...] Su definición no aporta nada a la tesis, retomada por numerosos autores, según la cual el populismo consiste en oponer un «pueblo puro» a una «élite corrupta» y a concebir la política como la expresión inmediata de la «voluntad general» del pueblo. Con algunas variaciones, encontramos esta visión en El siglo del populismo.
Atravesamos una época marcada por la inseguridad y la incertidumbre, por la pulverización de los lazos sociales y por una profunda dislocación del sentido. No es extraño entonces que en todo el mundo las poblaciones busquen sentimiento de pertenencia y protección: formar parte de algo más grande, más seguro y de mayor trascendencia que la carrera de obstáculos y ansiedades en la que se ha convertido la vida cotidiana.
A diferencia de otros términos políticos, sabemos con gran precisión cuándo, dónde y por qué se originó la palabra populismo. Fue acuñada en mayo de 1891 por un grupo de políticos de Kansas que viajaban en tren de Kansas City a Topeka; ser «populista» se convirtió en una abreviatura para los partidarios de un movimiento en pro de un tercer partido político que apenas comenzaba a desafiar los pilares tradicionales de la política y la economía del siglo xix.
El capitalismo, como lo predijo Marx, busca su propia reproducción más allá de todo límite o desplazándolos constantemente hasta erosionar todos los lazos sociales y volviendo al Estado un instrumento al servicio de este régimen de dominación. Por supuesto, la llamada subjetividad no está fuera de este proyecto capitalista; si para Marx en el capitalismo «todo lo sólido se iba a desvanecer en el aire», para los pensadores posmarxistas las subjetividades están en un principio atrapadas en este remolino de disolución de todos los proyectos políticos, afectando radicalmente a la existencia humana en su propia constitución.
Deseaba que el verdadero Dios apareciera y dijera
Sólo estaba bromeando.
Sobre todo.
Sólo estaba bromeando.
Ese tipo es mi hermano idiota.
Ignóralo. Es un estúpido.
En medio de la labor de ventas interminable de la vida moderna a menudo se nos advertía que no depositáramos la fe en cuestiones materiales, y lo intentamos, la mayoría, en buena medida con éxito. No éramos gente superficial. Las cosas contenidas en nuestros paquetes no eran, simplemente, cosas. Eran… ¿cómo decirlo? Contenido. Estructura. Emoción. Parte del necesario tejido humano de nuestras vidas.
¿Cómo debe aproximarse un partido político revolucionario, o un grupo de beatniks o hippies, al 99% de la población que no pertenece a la clase dominante? ¿Deben decirles que les han lavado el cerebro, que sus valores están mal construidos, y que en realidad no quieren (pace Janis Joplin) un Mercedes Benz?
Nos encontramos frente a una pregunta interesante, relevante en la actualidad, pues vivimos una época también difícil: ¿deben los artistas involucrarse con los temas acuciantes de su época? ¿Y cómo? En cuanto a la comedia respecta, podríamos decir que existe la vía de Capra, y la vía de Sturges, y la comparación resulta muy ilustrativa.
Lector de uso
Es absolutamente deprimente para mí acumular libros de cinco en cinco o de diez en diez para luego viajar por ellos de uno en uno. No necesito eso. Que algo me recuerde que mi tiempo es corto. Hace ya bastante que los libros sólo me provocan malestar. Esto no esconde ningún tipo de parábola. Hablo de malestar real, malestar ponzoñoso, malestar del tipo: quítenmelos de mi vista.
Feminismo nac & pop
[...] resulta curioso descubrir a voces autorizadas como las de Jaques Rancière, Bifo Berardi o Toni Negri descartar, casi irreflexivamente, las experiencias de los populismos latinoamericanos al asociarlos con experiencias fallidas o resabios del pasado
American Crisis
El gran Bob Mould lanzó un nuevo disco hace muy pocas semanas: American Crisis. Pinche discazo. Maquinado a partir de viriles riffs de guitarras urdidas entre la melodía biliosa y velocidad apresurada que amortiguan letras sobre la falta de aliento en la era Trump.
Mi vida sin conciertos
No estoy en mi lecho de muerte, aunque a veces lo pareciera, y ya me arrepentí de todos los conciertos a los que no fui antes de que comenzara la gira del Covid. Por desidia, por causas ajenas a mi persona o por pendejo.