Algo se mueve dentro del océano, pueden ser las placas tectónicas que lo subyacen y provocan un terremoto marino, puede ser una erupción, un gran deslizamiento del lecho marino, pero en todo caso se trata de un tremor potente que se expande y crea grandes ondas en los océanos, tsunamis que pueden cubrir con un significado distinto lo que antes estaba seco. Para provocar un tsunami se necesita de un movimiento potente o de múltiples movimientos que agiten con suficiente fuerza la superficie del mar.
¿Cuál es el punto en común entre los trabajos civilizatorios de Robinson Crusoe y las ondas cerebrales de la fase rem del sueño? ¿Cuáles son las afinidades entre una serie de pinturas de René Magritte con el poeta serbo-americano Charles Simic y los textos sobre onirismo que escribió Artemidoro de Daldis en el siglo II d.C.?
Desde un desvelo prolongado durante décadas, Marina Benjamin traza las líneas y une los puntos. Le da cuerpo al microcosmos de referencias que conforman Insomnio.
Mario Bellatin escribe un libro. Uno solo. Su proyecto de escritura está ligado a esa idea: proponer textos que se combinan, se responden, dialogan y están en resonancia para formar un Todo. Cada nueva publicación constituye una pieza que se une a las otras en las estanterías de la biblioteca. A veces la novedad de un escrito reciente parece provocar el abandono de esta dinámica, pero con el tiempo, con la mecánica que avanza y el reciclaje permanente de los libros producidos, es capturado por la construcción en curso, se une a los otros, y se vuelve una pieza de la combinación así elaborada.
La dignidad es la materia que impulsa el deseo de otro modo de vida y expresa un levantamiento que ha dejado de temer a la muerte porque en su diagnóstico del «estado de cosas» la muerte por asfixia, más lenta o más rápida, es lo que ofrece una civilización que se cae a pedazos.
El pasado 18 de octubre, el pueblo salió a las calles del sur de Bogotá para recibir a la Minga del suroccidente colombiano. La Minga social y comunitaria por la defensa de la vida, el territorio, la democracia y la paz comenzó el 10 de octubre en el municipio de Caldono, Norte del Cauca. Ante la negativa del presidente Iván Duque de reunirse con ellos en sus territorios, alrededor de diez mil mingueros y mingueras provenientes de pueblos indígenas, poblaciones afro, comunidades campesinas, movimientos estudiantiles y organizaciones sindicales, decidieron viajar a Bogotá para sostener un debate político con el presidente.
El 18 de octubre pasado una abrumadora mayoría de bolivianos corrigió en las urnas el rumbo delirante en el que había entrado el país desde el golpe de Estado del 10 de noviembre de 2019. La noche de ese domingo los principales medios de televisión anunciaron que a las ocho en punto se conocerían los resultados de bocas de urna y conteos rápidos de encuestadoras privadas, pero algo sucedió.
Vivimos tiempos de desencanto, una época de desilusiones que incluso los más derrotistas frankfurtianos del siglo XX en el marco de las guerras mundiales y la barbarie humana habrían inscrito como un drama antiutópico. La descomposición democrática; la necropolítica que la tragedia pandémica activó; el rotundo desprecio por la vida de los siempre invisibles; la instalación de proyectos políticos abanderados por sectores ultraconservadores que deliberadamente cercenan derechos.
Podría mirarte las manos
llenas de harina
durante horas
verte amasar el pan
convertir la materia viva
en alimento.
Tres días después de que terminó el encierro obligatorio quedó claro que nadie tenía pensado salir de su casa. Por razones desconocidas, las personas preferían permanecer adentro, solas o con sus familias, quizá satisfechas con el simple hecho de estar alejadas del resto de la gente. Después de permanecer tanto tiempo en encierro, se había construido un hábito: no ir a trabajar, no ir de compras, no encontrarte con algún amigo para tomar café, no toparte con un abrazo inesperado y no solicitado en la calle de alguien con quien tomas clases de yoga.
"Uno de los aspectos más maravillosos de caminar a solas en una ciudad, en una ciudad específicamente como Nueva York, es que en cuanto pones un pie afuera te conectas irremediablemente con las personas que están actuando el rol de sus vidas. Que están ahí sólo desempeñando ese papel".
Hay otros monstruos, me dice mi madre. Esos son parecidos al loco que nos pide dinero en la entrada de la tienda de abarrotes, los que vagabundean por las calles y van hablando solos. Los que se dedican a robar niños: robachicos. Si hay un monstruo al que debes tener miedo es al que roba-chicos. No vuelves más.
El 8 de diciembre de 1980 un hombre se aproximó a John Lennon y le pidió que autografiara un disco. Horas más tarde, por la noche, el sujeto volvió y le pegó cinco tiros. Cuando el individuo fue capturado, cargaba un libro en el que había anotado unas pocas palabras. El libro en cuestión era El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger. Mark Chapman [...] diría después: «La mayor parte del tiempo soy Holden Caulfield, el resto del tiempo debo ser el diablo»
"Siempre he pensado —y lo he escrito en numerosas ocasiones— que entre el ensayo y la ficción hay vasos comunicantes. Es obvio que cada uno de esos géneros exige distintas estrategias para abordarlos. Sin embargo me ha sido fácil —y casi sin advertirlo— deslizarme de uno a otro como si fueran excesivamente cercanos".
El pasado mes de octubre se cumplieron veinticinco años de la aparición del Different Class, pero a partir de los cambios en la narrativa y realidad sociopolítica occidental, bien parecerían mediar siglos.
Mi Diego
Se nos murió el Diegote. Otra vez, todas las veces. Se nos va a seguir muriendo. Algo me dice que esta vez no vuelve, aunque aún no pierdo la esperanza de que los diarios se retracten. Nadie murió tantas muertes como él. Tampoco tantas vidas.
¿Feministas maradonianas? Sí, y qué
El día que Diego murió muchas feministas salimos a manifestar públicamente nuestra tristeza y dolor por la muerte de un ídolo popular. Mejor dicho: nuestro ídolo popular. En mi caso escribí el siguiente mensaje en redes sociales: «Lo diste todo. Nos diste felicidad, futbol y política. Te hiciste pueblo y nos regalaste un futuro. Que la tierra te sea leve hermano».
Flatworms y la moraleja de la era Trump
Antarctica es ante todo un álbum viril e instintivo, como debe ser el punk que no ha sido coaccionado por las ideologías de boutique. Y aceptémoslo, el garaje rock, el bueno, cuyas guitarras sucias son capaces de evocar el olor a Bardahl es un talento de machos guarros. Es decir: un álbum tóxico.
Mis discos pandémicos
¿Existe lugar para el amor dentro de la pandemia? ¿Y para la música? La respuesta es sí. Aunque durante el confinamiento hubo pasajes de este 2020 en que no tenía cabeza para nada, me enamoré perdidamente de algunos discos. Aquí van algunos de lo que me pegaron duro y otros no tanto.