Era viernes y el Oso lo sentía en el cuerpo. Esos brazos alzaditos como si estuviera bailando, esas piernitas casi en cuclillas como si el perreo le dijera: Hola, es viernes, muévete, mi rey.
A veces, mamá habla sobre tiempos muy lejanos cuando la casa no era tan chiquita. Dice que el viento se colaba no sé por dónde, que merodeaba y gemía durante horas antes de encontrar un escapadero.
Elena se abrió paso en la frontera de una manera que siempre deseará olvidar. Le angustia no saber qué será peor: que sepan de dónde viene o que desconfíen de una extranjera que aparece de la nada.
Pencroff pertenece a un vasto contingente de albañiles de la rda que está abriendo túneles en el subsuelo de Berlín oriental.
Un llanto agudo, desordenado e hiriente, capaz de tragarse la algarabía habitual de los mercaderes levantando sus tiendas en las inmediaciones de la Plaza Bolívar subía desde el cuarto de servicio de la cercana casa de la familia Gutiérrez aquella madrugada del ocho de agosto de 1907.