Un cazador
Aprendimos a caminar como cazadores, siempre de frente y a fondo
sin convertirnos en uno. Aprendimos a leer el pasado, a enviarle un grano
de metal, paz, oración, sal
no para detener a los animales salvajes, sino para mostrarles el camino hacia el corazón
derrumbado de la ciudad. Aprendimos a ser pacientes en la gran arqueología de la
noche, solo a ser,
a esperar el futuro, bajo los pesados y lívidos dientes de la esperanza,
creyendo en su sublevación aquí mismo, dentro de nosotros.
Aprendimos: lo que vemos no es nada de todo lo que es,
lo que tocamos se convierte en una lengua.
Tarde o temprano alguien tendrá que aprender a forjar,
a cortar una lengua, a cocinarla.
Estableciendo el alfabeto
Caminé por el departamento, buscando el bautismo o una lanza,
el punto de encuentro. Dije amén, dije redención,
bomba, tomate, corona, dije
muerte al fascismo, rápida y permanente, un género neutro para dios
dije las matemáticas son la cabeza y el patíbulo y el golpe.
Dije amor sal europa lobo mamá luz
jardín pájaro círculo democracia, de nuevo amor, átomo
caminé por el departamento y esperé la abundancia
para complacer a los padres, para morder
dentro de la libertad.
La tarde
entonces siempre un aleluya engendra un cuerpo en secreto,
una garganta para dejar pasar el sol
y será una señal, nos fusionaremos como un país.
Nuestras vidas se abrirán como una herida en el plástico de la esperanza y el miedo
para surgir de nuevo como una teología o una herejía
que mantienen la realidad unida.