No lo niego. Probablemente sea un degenerado. Un miserable tóxico que le da mucha importancia a las erecciones y a cómo sacarle provecho cuando suceden.
Ya no es posible jugársela en el otro o imaginar desde otro porque se supone que cada una de nosotras somos un sujeto con una identidad fija y unilateral, y donde cada una solo tiene «autorización» para hablar de sí misma. ¿Pero no es el sí mismo una construcción colectiva cuyo efecto retroactivo es poder decir «yo»?
Apenas leí la noticia de que las cenizas de Lemmy se estaban repartiendo entre sus amigos dentro de balas me vino a la cabeza la escena de Wonder Boys en la que se roban de una caja fuerte una chaqueta que le había pertenecido a Marilyn Monroe.