Vida: nombre femenino: una aguja en un pajar: cierta
inclinación de la luz: vida: sustantivo: véase también: esto
es vida: dícese de un pastel de chocolate: dícese de un
cigarrillo después del sexo: vida: gestación: reproducción:
óvulos: uñas en los fetos: vida: electrocardiograma:
declaración de amor: de impuestos: radiografía: hojas
a contraluz: escribe un libro planta un árbol: etcétera:
vida: etcétera contante y sonante: todo lo que olvidamos
también:
Orfelia borra viejas fotografías de su celular
Ya terminó el viaje: jardín de erizos,
piedras contra el agua, marea y estría,
el artilugio diario de los atardeceres,
cosas que aseguramos
no olvidar nunca,
el sabor de la sal y su intemperie, el mar,
sábana sin sueño que dobla y desdobla
sus esquinas, tu piel contra la mía,
las cabañas de Mario, su guitarra
y canciones. Era la última noche.
El mundo era un acorde pulsado
justo a tiempo. La música redondeaba
las cifras inexactas de nuestros cuerpos
y el hambre del mar. Lo sabíamos bien.
Yo miraba la sombra de la voz,
que es el cuerpo. Tú, la frente
contra mi hombro, aferrabas
mi mano entre las tuyas como un niño:
la felicidad y su envés
de desamparo.
Es cierto. Para siempre
es tarde en esa tarde.
Es lógico colegir que el sitio
en el que estuvimos existe
todavía, aunque nosotros no
o no de la misma forma.
Mario afilará su voz
contra la piedra cerrada de la noche
y al fondo el mar aún
y siempre se romperá la cara
contra las rocas. Sólo aquellas cosas
que repiten una y otra vez
su propia destrucción
permanecen. Ya terminó el viaje.
Nuestra piel olía a citronela.
Orfelia visita al médico
Todos los dioses usan batas blancas. Mañana es tarde. A esto te referías cuando me dijiste que las
tiendas están abiertas las veinticuatro horas. A esto te referías cuando me dijiste que había que ir
muy lejos. Mi voz es un animal todavía tibio. El lugar donde aquí. La paciente muestra pocos
signos de lucidez. Escúchenme. Mi dolor está en otro idioma. Quiero decir que necesito regresar,
que me lo devuelvan. Los doctores son cadáveres de plumas, silenciosas corcheas y sobre la tierra
los semáforos ya me han olvidado. La doctora come ávidamente una granada. Su cuerpo es limpio
como una radiografía. A veces hay que abrir más la incisión para que sane.