Crónica sobre un concierto de Santa Fe Klan y lo que aprendí de la representación
Con esta crónica sobre mi asistencia a un concierto de Santa Fe Klan en Aguascalientes doy por concluida la serie de textos autobiográficos que he escrito en esta sección. En adelante escribiré sobre otros temas que me preocupan y crónicas sobre mis aventuras en los zulos del mundo. Conocí a Santa Fe Klan por Kevin, mi cuñadito. Kevin ha crecido toda su vida en barrios bravos y al inicio de la búsqueda de su identidad se sintió identificado con las canciones de Ángel Quezada, mejor conocido como Santa Fe Klan, por la temática de sus letras. Kevin nos ayudó a construir nuestra casa. Cuando hablo de construir me refiero a que nos ayudó a enjarrar paredes, instalar tablaroca y echar enladrillado en la azotea. Nuestra casa nos la entregaron en obra negra y entre Kevin, Iván y yo la dejamos al cien. Para hacer las jornadas más amables nos turnábamos para poner música. Yo pedía neo perreo de las Ms Nina o Tomasa del Real, el Iván ponía power metal y el Kevin pedía Santa Fe Klan. Y ese quién es, le pregunté una vez al Kevin porque soy muy entusiasta del rap en general, pero sobre todo del rap mexicano, pero a Santa Fe no lo conocía porque era muy reciente. Me contó lo general sobre Ángel, de que se llama Ángel, viene de un barrio muy pobre en Guanajuato, antes vendía sus CDs en veinte pesos y pedía dinero prestado para irse de gira y ahora es famoso.
Santa Fe Klan, en su género, es un fenómeno musical. No solo por su historia, que es la de un joven que realmente viene de muy abajo (como casi todos los raperos mexicanos) y que ha logrado llegar tan lejos como para tener una rola en el soundtrack de Wakanda Forever, sino también por sus letras y por su personalidad. Respecto a sus letras, además de abordar temas canónicos para el rap mexicano como las drogas, los conflictos con la ley y el dinero a lo desgraciado, tiene canciones que hablan sobre el amor, la paternidad y sobre un perrito que anda solito y no ha comido. El rap mexicano se caracteriza por ser una cátedra sobre política de drogas, conflicto con la ley, complejidad de la masculinidad periférica, vida en las periferias, violencia estatal y un montón de temas más, pero pese a la genialidad de sus letras y la lucidez que tienen muchos raperos a la hora de escribir, la mayoría de ellos siguen reproduciendo estereotipos masculinos no tan chidos como ser bien cabrones y traer mil morras, andar de cabrones pegándose tiros con Juan y Pedro, presumiendo su poderío económico y metidos siempre en conflictos con la ley. Pero también tengamos en cuenta que como dice Ochy Curiel, todos los hombres son machos, pero no todos son patriarcas, y la violencia, el pegarse tiros, el delinquir y el andar de cabrones controlando mil morritas es de las pocas formas en que los hombres racializados y de experiencias periféricas tienen permitido ejercer su masculinidad patriarcal. Parte del éxito de Ángel es que ha roto el estereotipo racista y clasista del «cholo violento y salvaje» como única posibilidad de la masculinidad periférica, porque además de ser muy versátil en sus letras y tener mucho equilibrio entre la vida del barrio y el amor en sus diversas manifestaciones, ha puesto como un eje principal de su música su relación con su novia, el embarazo y parto de su hijo Luka y su paternidad. Vaya, le enseñó al mundo blanco, bien pensante y de gustos exquisitos que los hombres de barrios también les piden a sus morras que sean sus jainas con globos, flores, y que son capaces de ser padres presentes y poner en el centro de experiencia vital su relación de pareja y paternidad, cosa que pocos raperos habían hecho en el pasado, porque es difícil renunciar al único espacio que tienes de poder.
Pero su éxito también se debe a su personalidad: es un joven que pese a la fama no se ha dejado «blanquear» y no ha pasado por procesos de «domesticación» como otros raperos que en cuanto empiezan a ser famosos, dejan de hablar «como de barrio» y pulen su léxico. Ángel no, Ángel sigue siendo un chico de barrio que habla tumbado, que no pretende impresionar a nadie con su elocuencia o alta cultura, que parece no estar consciente de lo famoso que es. Hay miles de clips en tiktoks de sus entrevistas donde cuenta anécdotas de su barrio, como la icónica del Kiko, de cómo fuma mota todo el día, pero también de la generosidad que muestra en sus conciertos: hay un video donde detiene el concierto porque hay una persona desmayada y pide a los paramédicos que la atiendan y otro donde un vato está violentando a una novia y Ángel le exige la deje en paz y pide que la pasen atrás del escenario para que ella esté a salvo. Ha llorado en el escenario por la separación de sus padres y por la muerte de su cuñado, ha grabado videos con todo el proceso de embarazo y parto de su novia. Y también se ha querido bajar del escenario a agarrar a putazos a un güey que le aventó una botella de agua. Ángel es un fenómeno no solo por ser un monstruo musicalmente, sino por mostrase como un ser humano con múltiples matices, complejo, a veces sí violento pero capaz de ser un padre amoroso, hablando de todas mías, pero también poniendo siempre en el centro la relación con su pareja. Mostrarse como un chico de barrio, que sigue siendo humilde pese a la fama, que ha dado trabajo a sus amigos del barrio, que viene desde abajo y ahora está en la cumbre del éxito llenado estadios, un chico que a veces es violento, pero que también es tierno y dulce ha hecho que además de convertirse en un icono musical se convierta en una figura de representación para miles de jóvenes. Es más fácil sentirte identificado con un morro que, aunque en sus propias palabras ya es millonario, sigue hablando como tú: ánimo, perros. Que con un rapero que en cuanto dejó el barrio, se olvidó también de la gente de su barrio y empezó a hablar como la gente que lo miraba hacia abajo.
Santa Fe Klan vino a Aguascalientes en noviembre de 2021. Mi idea inicial era llorar porque no fui, pero Iván me convenció que me merecía salir a maleantear porque llevábamos dos años encerrados. No se ofreció a acompañarme, en sus palabras para no «hacerme placa», pero me sugirió que me llevara al Kevin. El día del concierto le mandé un mensaje a Kevin y le dije de que, Vente de rápido a mi casa que ocupo que me hagas un favor. No le dije que el favor era que me acompañara al concierto. Llegó a mi casa y le dije, Ámonos, y pedí un Uber. Hasta que llegamos a la Mega Velaría fue que se dio cuenta a dónde íbamos y todo emocionado me dijo, No mames, voy a llorar. Llegamos a la taquilla a comprar los boletos. Delante de nosotros estaban unas morritas bien tumbadas que llegaron y dijeron, Me da dos de los más caros que tenga, y soporten. Nosotros también compramos de los más caros, me costaron 850 pesos. Entramos corriendo todos emocionados. Estaba hasta la madre de lleno. He ido a conciertos de todo tipo en Aguascalientes y pocos recuerdo con tanta gente. Había gente de todas las edades, desde morritos muy pequeños hasta personas de la tercera edad y familias enteras. Todos los barrios de Aguascalientes estaban ahí. Había muy poca policía y seguridad en general pero el ambiente, aunque sí estaba placoso, no se sentía inseguro. Olía a mota por todas partes. Vimos a unos morrillos aventarle el humo en la cara a un policía y fue mi navidad, la verdad. Había tres secciones, la zona general, la zona diamante que era pegada al escenario, y la vip que eran tarimas en las laterales del escenario. Nosotros teníamos los pases para la zona diamante, así que nos acomodamos. Se prendieron las luces del escenario y empezaron a sonar las notas de un acordeón y una voz que decía música, música, música de barrio. Todos gritamos. Era La Cumbita, un sonidero de Guanajuato que le abre los conciertos a Santa Fe Klan. No sé, pero a mí que soy bien cursi escuchar en un escenario bien mamalón a un vato gritando, Música, música, música de barrio y que toda la gente grite orgullosa y se ponga a bailar, se me hizo sumamente potente. Todo mundo bailando cumbia, sacando los prohibidos, el paso del chavito. Todos enseñando que la periferia sobrevive porque resiste. Para ese punto el Kevin y yo ya andamos bien mariguanas nomás de darle la segunda y obviamente también sacando los prohibidos. A mí la verdad es que el sonidero me mama, pero me pone triste porque mis amigas del barrio ya no me invitan a sus fiestas que porque me hice bien fresa. Pero ahí estamos todos bailando el «Diario de un borracho». Se despidió La Cumbita y subió al escenario el rapero El Tornillo. El Tornillo abrió con la canción «Yo no crecí como tú» que dice: Yo no crecí como tú, en mi casa no hay dinero necesario para vivir, la pobreza fue mi boleto para salir. Todas las morritas y morritos coreaban llorando, corearon toda la canción con mucho sentimiento: no morder la mano, me lo enseñó mi padre y a la gente culera que chingue su madre. Imposible no llorar, porque han de saber que muy ruda y todo, muy tatuada y tal, pero llorar por desconocidos es mi pasión. Imposible no llorar de ver a miles, miles, de verdad eran miles de personas cantando: crecimos pobres, mas nunca tristes. Voltear al escenario y ver a un morrito apenas cruzando la adolescencia, racializado, cantando sobre su experiencia vital siendo coreado por miles que se sentían no solo representados sino también identificados. No creo que haya necesidad de explicar desde la intelectualización una escena así porque tiene más potencia política que cualquier mamada mamadora que yo pueda decir.
Finalmente salió al escenario Ángel Quezada y todos enloquecimos. Todos a coro cantamos: Style criminal me dicen el ilegal, con el mero principal ando con pura gente real pero también mi madre llora prende una veladora nada me va pasar ando con gente que le atora pero también tengo problemas con la pinche policía fumo un chingo de maría todo el día pero también que en el panteón o en la cárcel acabaría, eso él ya lo sabía, pero dinero no tenía, por su familia dice que todo daría, extraña ver el sol y mirar la luna llena, se encuentra solitario en Navidad y noche buena, sufriendo y llorando cada noche con su pena, pagando lo que debe, está cumpliendo su condena pero también ella se fue y jamás volvió desde ese día que a la calle salió nadie sabe nada dicen que nadie la vio. Ya estábamos muy cansados y nos fuimos al área VIP donde había sillones. No sentamos al lado de una morra que iba con su hijo de unos diez años, el niño pasó todo el concierto jugando Free Fire en el celular mientras su mamá chupaba una botella de Etiqueta Roja. Nos adoptó una familia, se tomaron fotos con nosotros, bailaron cumbias con nosotros, nos dieron mota y refresco. A medio concierto Ángel saco unas bolsas de mota y las aventó hacia el público mientras daba unas palabras a favor de desestigmatizar su uso. También dio un discurso de agradecimiento porque nunca pensó que fuera llenar tanto, tantísimo, y estaba muy agradecido. Contó que fue de poco a poco, que al inicio iban bien poquitas personas a sus conciertos y que ahora llena estadios. Nos dijo: Si yo pude, ustedes también pueden, perros. Luchen por sus sueños. Finalmente, Santa Fe cantó «Debo entender» y todo mundo con sus celulares en alto coreamos: Debo entender que no te volveré a ver, olvidarme de ti no voy a poder. Y también fue muy icónico porque de verdad era muchísima gente, muchísima gente coreando la canción de un morro todo tatuado. Se terminó el concierto y todos salimos muy ordenados. Saldo blanco. Todos los barrios de Aguascalientes y no pedos graves.
¿La situación estructural de violencia y precarización sistemática que viven sus fans se terminó porque Ángel salió del umbral de pobreza y ahora su imagen están en todas partes? No. ¿Que Ángel sea un modelo de representación es importante, aunque no modifique las estructuras que sostienen el racismo, el clasismo y la marginación? Sí, en mi experiencia en su concierto y analizando todo lo que provoca y sin tanto pedo, sin hacerle tanto a la mamada dando argumentos teóricos, sí. Ver a la gente de los polígonos de la marginación corear las canciones de un morro que luce como ellos, saber que un morro que luce como ellos, que viene del mismo contexto ahora será escuchado por miles porque es parte del soundtrack de una película como Wakanda Forever sí es relevante, no modifica las estructuras, pero no todo son las macro revoluciones, a veces las personas necesitamos pequeñas victorias, tampoco hay que ser tan ano agrio y hay que dejar a la gente tener momentos de felicidad y triunfo. Pero además, antes cuando daba talleres en las periferias veía que la mitad de los niños querían ser sicarios y la otra mitad militares, y ahora están divididos en tres: los que quieren ser militares, los que quieren ser sicarios y los que quieren ser raperos como Ángel. Y no creo que necesite una explicación teórica para que se entienda lo relevante que es esto último. La representación no lo es todo, pero sí es importante y soporten y ni modo.