Cansancio (I)
cansancio hasta las agujas.
cansancio, vuela verde el enhebrar y se desdicen
las épocas. con dos
digestivas presencias, como tomada
al fondo de una red
que limita
movimientos y conceptos. viajo
de parte a parte en una figura húmeda y liminar
atribuyendo síntomas. las manos,
cada vez más enrejadas, el ovario izquierdo
clama azúcar y se enzarza
con el resto del riel
en una búsqueda imposible de energía, un eco
retoza cabizbajo y en sordina,
vaivén de trabajo.
cansancio, como potable miel nacida
precozmente al calor
de un sumidero. quería que el horario no
me fuese fiel, evitar el pulso, dar
como ofrenda en mayo
rodilla a la salvación momentánea.
pero cansancio
hasta las mismas mieras, recurrente como uno
y continuo que no cesa, transfronterizo
malgastar así la uña que pudiera
escarbar tu nombre.
Jornada laboral (I)
me mantiene lactante
a la vieja hora de la sal, una palabra, briza
de otro mundo – tal vez
allí –, una caricia
en la axila.
me pagan por esta disciplina de órganos
a los que apuntan astillas, bruñidas, barnizadas
con sacos de ojos;
y trabajo
como aire mintiendo, trabajo y
me poso en la sangre, la incubo pergeño intestino
sogueando
el café en su mota y al bebé en su pequeño
pulgar mutilado.
me mantiene
hiriente y sepulta, racionada
con un sueño escaso que apenas reclama ya viene
la culpa. y cada milímetro
sabe comportarse como llaman ventana
al muro de cristal.