Columnas

Desde los zulos

Dahlia de la Cerda

8M en Aguascalientes, con el feminismo todo, con las feministas nada

Mi plan era ganarme su empatía escribiendo cinco textos autobiográficos. En «Un texto personal» les conté sobre las tragedias que forjaron mi carácter de la verga. En abril correspondía un texto sobre mi formación académica y mi acercamiento a la literatura. Pero híjole ¿qué creen? ¡qué se me atravesó el 8M!, y vine a perder la empatía que me gané porque sí, vine a ser culerita otra vez. Sé que este texto va a generar polémica, que se me acusará como otras veces de ser una culera, una mala persona, una agresiva, una violenta, alguien que promueve el acoso selectivo hacia otras mujeres y que alimenta el odio hacia las feministas. Pero, como dijo Felipe Ferra Gómez, mejor conocido como el Ferras: No hay pedo, lo pago. Y lo pago porque creo que urge, neta nos urge, hablar sobre procesos organizativos en el movimiento feminista, sobre horizontalidad, sobre la colectividad, sobre gestión de la envidia y sobre cómo entre feministas nos pasamos de verga bien cabrón unas con otras y lo justificamos como diferencias políticas.

Seré muy honesta al respecto. Salvo por personas y colectivas muy concretas, a nivel personal no me gusta trabajar en el tema del feminismo en Aguascalientes. La razón es sencilla: marcos teóricos distintitos, formas de organización distintas y pisos éticos distintos. Yo me siento más cercana a la fuga de los feminismos, al feminismo tercermundista, de color, decolonial y de frontera, a procesos organizativos que desde la teoría del cambio han probado que funcionan, alternativas comunitarias, feminismo de barrio, fuera de las mareas verdes y violetas. Y mi piso ético es anti punitivo. Pero, también, porque fui violentada de forma laboral y emocional por una colectiva feminista hidrocálida y no quiero compartir espacios con personas que me hicieron sentir vulnerada. Desde Morras Help Morras decidimos sumarnos a la organización de la marcha porque en una reunión de retroalimentación nuestra oficial de programas nos externó su preocupación de que no accionábamos en el feminismo local, que, si bien a nivel nacional e internacional teníamos redes sólidas, en Aguascalientes, no, que en Aguascalientes nadie nos conocía. Tengo objeciones al respecto. Simplemente en el año 2021 junto con la terfu ac dimos talleres de justicia reproductiva y derechos sexuales a ochocientas adolescentes de las periferias, junto con gire hemos tramitado tres amparos indirectos y solo en 2021 di 380 acompañamientos de aborto para morras de Aguascalientes. De que trabajamos/trabajo en lo local, lo hacemos. Pero nos faltaban las acciones directas, la organización de base. Pensé que sería una buena oportunidad. No me arrepiento y sí me arrepiento. No me arrepiento porque el proceso de organización fue hermoso, incluso Sofí, mi codirectora en Morras, tuiteó que la organización de la marcha le había devuelto la fe en las marchas. En este punto me gustaría aclarar que, aunque mi participación en la organización fue a nombre de Morras Help Morras, todo lo escrito en esta columna es a título personal.

¿Cómo nos organizamos? Primero me gustaría dar contexto. En la marcha del 8 de marzo del 2021 sucedió algo inusual en Aguascalientes: brutalidad policial. Nunca en una marcha había habido uso desproporcionado de la fuerza contra las manifestantes. Esto, aunque es un suceso atípico, no puede dejarse en eso, ser un suceso atípico. En México la militarización del espacio publico ha normalizado el uso excesivo de la fuerza. La violación a derechos humanos y la violencia armada han ido de la mano de la presencia excesiva del brazo armado del Estado y de los abusos policiales en marchas feministas. Y este contexto no podía ignorarse.

La militarización no es un tema solo de tener militares en espacios públicos cumpliendo funciones civiles, recibir cada vez más dinero y tener cada día más atribuciones. No. La militarización también impacta en cómo vemos el tema de la seguridad pública y cómo normalizamos ver oficiales con armas largas en las calles y cómo normalizamos también la brutalidad y el despliegue excesivo de policías. La sola presencia de la policía es un hecho atípico pero que ha ido incrementándose en las marchas feministas. En la Primavera Violeta no hubo presencia de la policía. De hecho, nos burlábamos de que no había corporaciones políticas porque «damitas». Ahora cada vez es más común el abuso policial en las marchas feministas. La normalización de la violencia policial que nos dejó la guerra contra el narco nos alcanzó. Nos tardamos en darnos cuenta. Hablamos de policía hasta que la policía llegó a pasarse de verga en nuestros espacios, pero las violaciones a derechos humanos por parte de la tira en los barrios de Aguascalientes es un tema que tendríamos que habernos tomado muy en serio hace años. La violencia armada, la brutalidad policial y las estrategias para evitarla siempre debieron ser un tema feminista, nos toque directamente o no. Conociendo el contexto, y muchas de nosotras viniendo de espacios periféricos donde el tema de la policía se toma muy en serio, decidimos hacer incidencia. Nosotras no confiamos en la policía porque nosotras, nuestros hermanos, nuestras parejas han sido víctimas de abusos policiales. Porque en los barrios el abuso por parte de los puercos es una constante y porque sabemos que esos cabrones se meten las recomendaciones de derechos humanos por el rabo. Y quisimos aprovechar la visibilidad que muchas de nosotras tenemos para obligarlos a cumplir. Mucho se ha cuestionado sobre esta incidencia. La incidencia fue, y lo digo con total transparencia: tener mesas de trabajo con corporaciones policíacas para una sola cosa: garantizar que se cumplieran todas las recomendaciones que la Comisión de Derechos Humanos hizo por violaciones a derechos humanos en la marcha del 8 de marzo de 2021. La cosa fue sencilla: les exigimos que solo hubiera policías mujeres, sin insignias ni performance de aliadas, que fuera el menor número posible y que estuvieran capacitadas no solo en el tema de derechos humanos, sino en el tema de la importancia del 8 de marzo y la iconoclasia. Por primera vez en la historia de Aguascalientes se capacitó a trescientas policías en el tema de la importancia de la iconoclasia y el 8 de marzo. Ellas manifestaron que no les gusta que el gobierno las use como escudo de la propiedad privada y que no era algo que estuvieran dispuestas hacer el 8 de marzo. Y se cumplió. No hubo policías defendiendo el espacio público ni privado de iconoclasia.

Yo a nivel personal soy ACAB. Durante mi adolescencia gritaba salud por la muerte de un policía. Porque fui acosada por la policía por ser gótica y soy acosada todavía por estar toda rayada. Estuve en la prg una vez por posesión simple de sustancias psicoactivas y al menos cinco en la policía preventiva por pistear en la vía pública, obstrucción de la justicia, faltas a la autoridad y vagancia. Mi esposo, al inicio de la relación, estuvo preso 72 horas por descalabrar a un policía mientras se defendía de un operativo en su barrio bravo. He visto durante 18 años abusos policiales contra jóvenes de las periferias en los operativos Barrio Seguro. Pero mi postura sobre la policía es personal. Ante un contexto donde la criminalización de la protesta, de la pobreza, del usuario de sustancias psicoactivas —y en un contexto donde el poder de los militares crece y crece y con un antecedente de brutalidad contra menores de edad en una marcha—, hubiera sido muy mezquino de mi parte anteponer mis posturas personales a la seguridad de ocho mil mujeres que asistirían a la marcha. Ni modo. A darle. A reunirnos con la tira para decirles: No vamos a tolerar ninguna detención, ninguna violación a derechos humanos. Confieso que yo no asistí a las reuniones porque veo policías y se me calienta el hocico y quiero decirles: pinche puerco. Y ya bastante esfuerzo hago en participar en el programa de intervención comunitaria de mi colonia. Pero me sumé y acepté todo lo que se acordó. Que, repito, no fue otra cosa que obligar a las instituciones a garantizar la seguridad. ¿Dimos algo a cambio? la pregunta me ofende perro. Y cumplimos. Hubo saldo blanco. Había un visitador de la Comisión de Derechos Humanos en el C4 que se la pasó viendo memes. Había un chat con abogadas penalistas listas para cualquier incidente. No se necesitó. No hubo una sola detención. Las morras pudieron quemar, rayar e incluso podrían haber quemado el palacio de justicia, sin represalias ni detenciones. Porque aprovechamos las voluntades forzadas para que por escrito las autoridades se comprometieran a que no habría detenciones por iconoclasia, que no iba ser considerada daño a las cosas.

El 31 de enero Angie pregunto qué onda con la marcha. Hasta ese momento nadie había dicho nada porque las heridas del 8M todavía estaban abiertas. Hubo 17 mujeres detenidas, muchas de ellas menores de edad, todas detenidas a gritos, golpes, jalones de cabello y una violencia de la verguísima, de arrastrar morritas por el piso, malditos policías hijos de la chingada. Hay muchas morras con procesos abiertos. Lo hablamos, lo discutimos y decidimos tomar la iniciativa. Varias representantes de colectivas feministas y activistas independientes tenemos un chat que usamos para organizarnos contra las acciones de los anti-derechos. Empezamos a agregar a representantes de otras colectivas para organizarnos. Agregamos a feministas de casi todas las colectivas feministas, salvo aquellas que no quisieron o que no quisimos porque son terfas. Hicimos una primera reunión para hacer lluvia de ideas, pese a que todas venimos de posturas políticas distintas y hay morras que apuestan por trabajar lejos de las instituciones acordamos hacer mesas de trabajo con los gobiernos municipales y estatales con el único objetivo de garantizar que se cumplieran las recomendaciones emitidas por la Comisión de Derechos Humanos.

Varias venimos de trabajar en contextos de aquí y allá y hemos escuchado voces diversas sobre las acciones directas, las marchas y los eventos feministas. Nutriéndonos con las perspectivas de madres, de discas, de morras neurodivergentes, trans, de las periferias nos dimos cuenta de que las marchas anteriores, incluidas las que nosotras habíamos organizado, habían sido dirigidas a mujeres jóvenes, con disponibilidad de movilidad, sin neurodivergencias o enfermedades crónico-degenerativas y poco amigables con las infancias. Decidimos hacer algo que nos incluyera a todas y todes. Pensamos en todas las posibilidades: que no hubiera sobreestímulos para las morras con neurodivergencias, poder tener acceso a contención emocional para las morras con problemas de salud mental, que el horario fuera amigable con las compañeras que vienen de las periferias, que las adultas mayores, las infancias, las personas trans y las discas tuvieran espacios de participación y seguro. Nuestra intención siempre fue abrazar la casa de la diferencia. Porque, perdón. Pero, hacer hogueras de agresores, gritar, abrazarnos todas, llorar y rayar, es una forma valida y valiosa, pero no es para todas. Quisimos que la marcha fuera, gritar, quemar, llorar, rayar, pero también organizarnos de otras formas, como la alegría y el perreo del puercote.

Acordamos que habría espacio para todas las formas de manifestarse, minuto de silencio por las mujeres asesinadas, pase de lista de las mujeres víctimas de feminicidio, proyección de un documental sobre los sucesos del 8M pasado. Que habría un tendedero de la sororidad para honrar a las mujeres que nos han mantenido vivas. Pese a la posición personal de algunas de nosotras contra los tendederos de agresores, se acordó un tendedero de agresores que estaría gestionado con morras formadas en primeros auxilios emocionales. Gestionamos un espacio con mamparas para que las infancias pudieran dibujar y ser parte activa de la marcha.

Y, quizás una de las decisiones más polémicas: decidimos poner un escenario porque Aguascalientes es un espacio muy hostil con las mujeres artistas, queríamos visibilizar que desde el arte también se hace resistencia. Gestionamos además un pago para las morras que se subieran al escenario a compartir su arte. A nivel personal voté a favor de un escenario porque soy artista. Y como artista he sido invisibilizada durante toda mi carrera artística en Aguascalientes. En Aguascalientes soy básicamente invisible. Y eso duele, sí pesa el rechazo, sí pesan los noes. Sí pesa ser artista y que te cierren las puertas en la cara. Pensé que un escenario donde mujeres artistas pudieran exponer su arte ante ocho mil mujeres sería un sí en sus carreras. La decisión de un escenario y de protestar desde la alegría, el baile y el arte no se nos hizo extraña porque a nivel mundial las marchas del 8M en muchos espacios terminan con conciertos, con festivales.

Rebeca Lane, las Crudas, Batallones, Las Tesis han participado en festivales donde hay un escenario. De hecho, en un montón de lugares del mundo las organizaciones feministas exigen al Estado que se haga cargo del escenario porque la cultura es un derecho y los recursos etiquetados para las mujeres existen y podemos elegir ejercerlos. También sucede que en un montón de lugares las mujeres se manifiestan desde la alegría y la danza. En Perú y Colombia hay batucadas poderosísimas de mujeres negras que usan la música y la alegría como forma de resistencia. Pensamos que Aguascalientes podría ofrecer esta opción. Y siempre fue eso, una opción. Quienes lo vieron como una imposición es bueno que ejerciten su rebeldía e iniciativa de organización.

Nos dividimos en comisiones, hicimos un programa cultural de mujeres artistas, gestionamos recursos para pagarles. Gestionamos condones para pene y vagina, pruebas rápidas de its y kits de misoprostol; esos los compramos desde Morras Help Morras. Gestionamos un escenario mediante un oficio. Hicimos la primera reunión de trabajo con instituciones de gobierno. Trabajamos muy duro por un mes. Les juro por el amor que le tengo a Alucarda, mi perra, que no recibimos ni un peso en efectivo. nada. Que todo fue solicitado mediante oficios. Y que aprovechamos las voluntades reales y forzadas para que tuviéramos una marcha segura y un mitin político donde cupieran todas las formas de manifestación. Sé que todo lo que les estoy contando suena al sueño: una marcha que busca que toda la diversidad de mujeres se sientan convocadas e incluidas, con actividades diversas, donde se cuidó hasta el ultimo detalle de la seguridad. Procuramos con muchísimo amor un espacio libre de transodio, racismo, clasismo. Pero. No. Amistades, no. Todo se descontroló.

Cuando todo estaba casi listo y solo faltaba afinar detalles fuimos convocadas por otra Colectiva. Es importante mencionar que al menos dos de sus integrantes formaron parte desde el día uno de la organización, votaron a favor de todo lo que se decidió e incluso participaron en la primera reunión de trabajo con las instituciones. Si no quedó claro lo vuelvo a explicar: al menos dos integrantes de esta colectiva fueron parte activa de la organización desde el día uno y votaron que sí a todo.

Aquí es donde el chismecito se pone bueno: nos convocaron a una junta para leernos un manifiesto de quejas donde nos exigían saber por qué tomamos las decisiones que tomamos, todo esto desde un aire de superioridad moral: nosotras las autogestivas, las horizontales, las que no se sientan con las instituciones, ustedes las protagónicas, las institucionales, las verticales, las que acaparan los reflectores. Mis compañeras amablemente les explicaron el porqué de cada una de las decisiones, les hablaron sobre las consecuencias que ha tenido en Aguascalientes no exigirles a las instituciones o no hacer incidencia. Vaya, los ejemplos de no hacer incidencia, de no vigilar a las instituciones y quedarse solo en el posturismo o la exigencia cada 8M en manifiestos sin dientes son un chingo: el pin parental, las omisiones de la nom-046, cinco mujeres criminalizadas por aborto en cuatro meses, brutalidad policial y hasta una trágica muerte en una marcha. Yo que soy menos diplomática me rompí y les dije que me parecía una falta de respeto la reunión, porque todas sus dudas se respondían en las minutas a las que fulanita y zutanita tenían acceso y que además ellas habían votado a favor, que sí, el feminismo es de todas pero los procesos organizativos son de quien los trabaja y que llegar a cuestionar así un proceso organizativo ya empezado hablaba o de ganas de romper o poca experiencia en procesos organizativos. Que yo no tenía tiempo para esta mierda, que si se le movía una coma a lo que nosotras habíamos trabajado me bajaba de la organización y que si no les gustaba no fueran a la marcha y convocaran ellas un evento aparte. Mis compañeras fueron muy muy amables y respondieron todas sus inquietudes. Al final decidieron ir a la marcha, pero no quedarse en la plaza. Salieron del chat. Pudo quedar ahí. Pudo quedar en diferentes formas de organizarse que no salen bien y ámonos. Cada quien se organiza como puede, como le dicta su cora, su ética, su marco teórico o sus vísceras. Se vale. Tenemos derecho a disentir. Tenemos derecho a decidir con quién sí, con quién no, cómo sí y cómo no, porque eso de que el feminismo es un movimiento donde somos todas juntas como hermanas es una mamada, es mentira, poco estratégico y problemático: lo perrón es trabajar con quienes nos sentimos cómodas, sin guardar silencio ante la reproducción de sistemas de opresión de otras, pero sin chingar deliberadamente y nomás por nuestros ovarios a otras. Les digo, pudo quedar en procesos organizativos diferentes, pero no, hermanas, no.

Pero sigamos: hubo varias morras que estuvieron en esa junta y a título personal decidieron sumarse y les dimos la bienvenida. Con dos de ellas había tenido problemas en el pasado por temas igual de organización, pero esta vez trabajamos increíble. De todo el proceso de organización de la marcha yo solo puedo hablar maravillas. Y no estoy idealizando y sé que ustedes saben que una vieja amarga y mierdilla como yo no idealizaría un proceso de organización feminista, porque siempre me quejo de que pasamos días discutiendo por el color del pañuelo. Pero acá fue distinto el pedo. Éramos mujeres desde apenas la mayoría de edad hasta los 60 años, con diferentes trayectorias, posturas, formas de hacer las cosas. Pero trabajamos en equipo con un solo objetivo: garantizar la seguridad de 10 mil mujeres. Nosotras estábamos muy ilusionadas y contentas. A todas y cada una de las organizadoras: mi respeto, mi amor, mi admiración y mi respaldo. Son unas chingonas.

Gracias por llegar a este punto, y prepárense porque ahora sí viene lo ojete. Llegó el día del evento. Sofia, Verona y yo nos quedamos en la plaza para cuidar los instrumentos y los insumos que gestionamos. Cuando el contingente llegó Sofia y yo tomamos el micrófono y empezamos a darle la bienvenida a los contingentes de feministas pioneras, al contingente de infancias y adolescencias trans, haciendo énfasis en que era un espacio libre de transfobia. Me sorprendí muchísimo de ver tantas mujeres tan diversas. En alguna parte dije: No mames, somos un chingo, se me pone la piel chinita, voy a llorar. Dimos recomendaciones de seguridad, como no caer en provocaciones de los grupos provida. Y les explicamos que había un tendedero de agresores y uno de la sororidad, que las mamparas eran para las infancias y que ellas podían tomar el espacio público sin temor, apelamos al cuidado colectivo.

La plaza se empezó a llenar. Eran fácil unas diez mil mujeres. Una cosa impresionante. De pronto arribaron dos contingentes que se veían previamente organizados para agredirnos. Empezaron a gritar: ¡marcha vendida! ¡Grábense sus rostros! ¡Fuera políticas! ¡Vendidas! ¡Quién pagó ese escenario! Los sentimientos son altamente contagiosos y el grito de «Vendidas, no queremos show, queremos justicia», empezó a extenderse por diversos puntos de la plaza. La colectiva que iba hacer el minuto de silencio y la mención el pase de lista no se quiso subir al escenario por miedo y confusión. Nos amenazaron con quitarnos hasta las playeras. Nos agredieron física, emocional y verbalmente. Asustaron a las mujeres artistas, les gritaron «vendidas», intentaron subirse al escenario mientras ellas bailaban. Mientras Flor de Jade cantaba «Canción sin miedo», un grupo de unas cincuenta chicas gritaba «No queremos show, queremos justicia». Una de las cantantes bajó del escenario con lagrimas en los ojos. Las morras que protestaron por medio del baile estaban realmente muy abrumadas. La maestra de danza tuvo que hacer un video llorando para contar su historia, para contar cómo es sobreviviente de múltiples violencias y cómo el baile le salvó la vida, ¿Les parece justo y feminista que una morra que tira paro a otras a recuperar su cuerpo mediante el baile se rompa frente a la cámara por las agresiones que vivió en una marcha feminista? Yo nomás pregunto. ¿Les parece chido que la rebeldía de algunas provocó las lágrimas de morras que se manifiestan desde el arte? La vocalista de Flor de Jade con la voz quebrada les gritó que ella usaba su música como forma de protesta. No se callaron. Seguían y seguían. Al chile, yo no me voy a hacer la santa, porque mi orgullo es que en mi curva de aprendizaje básico siempre estuvo sacar la casta de vieja liosa y ponerme bien hostil y yo sí les dije que eran unas perras culeras y que ojalá así se pusieran de vergueras con los agresores. Luego pedí disculpas. Pero, aquí como Peña preguntó: ¿Qué habrían hecho ustedes en mi lugar si ven que unas culeras agreden física, emocional y verbalmente a sus amigas bajo la excusa del feminismo es de todas y la marcha es de todas? Tuvimos que parar el evento y huir. Verona, una mujer que le ha entregado su vida al feminismo, que milita desde hace cincuenta años, que nos abrió camino y que el año pasado tuvo neumonía por covid y estuvo en rehabilitación pulmonar y aun con su salud muy mermada decidió sumarse a la organización tuvo una descompensación a causa del estrés que vivimos ese día. Durante días vio su foto acompañada de mensajes donde la acusaban de vendida. Angie tiene estrés-postraumático. Itzel tuvo que volver a tomar ansiolíticos. Todas atravesamos por días muy complejos por el estrés que nos causaron en un espacio que se supone era seguro: ¿esto les parece aceptable? ¿Les parece que sea justificable por diferencias políticas? Yo nomás pregunto.

Aquí me parece importante hacer una aclaración. Hemos recibido más comentarios positivos que negativos. La mayoría de las mujeres que asistió a la marcha se sintió contenta y segura. Muchas ni siquiera se dieron cuenta de lo que pasó. Tengo amigas que me preguntaron ¿qué paso? Porque literal el drama solo era atrás del escenario. Hemos recibido el respaldo de un montón de gente hermosa. Hago este comentario porque leí por ahí que «hay que ser perversas para pensar que una colectiva o dos tuvieron el poder para lograr el repudio colectivo». No se equivoquen. No fue repudio colectivo. Hay mujeres a las que genuinamente no les gustó, que esperaban otra cosa y que se organizaron para accionar en la plaza rayando y haciendo hogueras o fueron a cantarles tiros a los anti-derechos: Eso mis chingonas, así se hacen las cosas, si no te gusta algo te paras y te vas y haces lo tuyo sin chingar a otras. Aquí el pedo es con las morras que iban organizadas para agredirnos y reventar bajo el argumento de alzar la voz, pero sobre todo las que generaron los rumores para que esto ocurriera. Varias morritas me mandaron mensajes para pedirme disculpas, me dijeron que ellas solo se dejaron llevar por la emoción: que escucharon que nos gritaban vendidas y sin indagar nada se sumaron a gritar, porque, de nuevo, los sentimientos son altamente contagiosos. Otras me contaron que durante toda la marcha se corrió el rumor de que «la marcha había sido vendida», «que una candidata iba hablar al final», que «las organizadoras se vendieron» y que se dejaron llevar por el rumor. De hecho, hay publicaciones en redes sociales donde morritas reconocen que iban organizadas en bloque a manifestar su descontento porque en chats feministas se corrió el rumor de que habíamos «pactado con el gobierno», «que nos habíamos vendido» y «que teníamos chats con la policía». Pero ¿por qué pasó esto? Bueno tenemos un montón de evidencia, basta con que ustedes busquen en publicaciones en Facebook, de que hubo una intención de personas concretas y colectivas concretas de sabotear el evento mediante el rumor, la desinformación y la información sacada de contexto. Y lo hicieron con dolo. Sean dignas y reconózcanlo. La información, por ejemplo, sobre «los chats con policías», que no eran chats, eran canales de comunicación donde se nos informaría de inmediato si había detenidas para que pudiéramos iniciar el acompañamiento desde el minuto uno, era información confidencial que solo teníamos las organizadoras del evento y que alguien, que no fuimos las organizadoras, filtró sin contexto y con toda la intención de generar pedo. Y lo logró y aquí estamos.

Se deslindaron de la organización un día antes, difundieron el rumor de que habíamos pactado con el gobierno, que había partidos políticos involucrados, que Angie era precandidata. De hecho, en las publicaciones donde les preguntaron de forma pública sobre la intervención de partidos políticos, hubo quieres de forma publica no desmintieron ese rumor sabiendo que era falso, y al contrario, lo alimentaron. Al día siguiente, luego de ver todo el cagadero y las consecuencias emocionales para nosotras y las artistas sacaron comunicados diciendo que no se sumaron a la marcha porque no se sintieron representadas y que también estaban muy decepcionadas. Jamás asumieron responsabilidades que sí tienen, aunque sea hagan pendejas, y jamás se pronunciaron contra la violencia física, verbal y emocional que vivimos, derivada de sus rumores y desinformación. Se limitaron a decir que no las representábamos y por eso no participaron en la marcha. Bien rápido se les cayó el «fuimos todas». Y a mí que me esculquen porque no es por hacerme la ética, pero cuando a esa colectiva que se deslindó de nosotras y no desmintió rumores y los alimentó pese a que a mí no me gustan sus formas, estaba siendo atacada en un grupo, las defendí. Y no espero un paro por paros. Pero sí sororidad mínima de quien se llena la boca con esa palabra.

Sé perfectamente la diferencia entre disentir de formas de organización de actitudes para reventar. He participado en mis procesos aquí y en Sudáfrica. Y sé distinguir cuando la critica es porque son formas distintas, a cuando es por chingar. Desde 2012 participo en procesos de organización dentro de los movimientos sociales. En Aguascalientes fui parte activa de las acciones colectivas para acompañar familiares de víctimas de feminicidio o desaparición forzada, tipificación del feminicidio y frenar iniciativas contra los derechos humanos. Más recientemente, en una campaña para frenar la avanzada de grupos fundamentalistas organizada por fondos para activistas y en la que participamos colectivas de todo América Latica y el Caribe. Y en una campaña que busca visibilizar el activismo de base y las dificultades que atravesamos las y los activistas, incluidas las experiencias de pobreza, esta es encabezada por activistas del sur global, pero involucra a activistas de todo el mundo.

En ninguno de estos grupos se me ha identificado como una morra rompedora o saboteadora, pero sí como una morra intensa que señala cuando algo no está bien, que a veces no es asertiva en la forma en que comunica su malestar. Pero siempre, siempre como una voz crítica que a veces ve lo que otras personas no ven. De todas estas experiencias puedo hablar de dificultades para organizarse, de discusiones medio pendejas, de vivir y sobrevivir mucha policía del tono, pero nunca de ganas deliberadas de chingar, de pasarse de lanza, de sabotear toda una organización. Nunca sentí en riesgo mi salud fisca o mental y aunque muchas veces sentí que me tiraban línea o eran poco empáticas con mi forma de comunicarme, grosera, petarda y con lenguaje del barrio y de la calle, nunca me sentí agredida. Fui confrontada, pero nunca lloré, y ahora lloré por sentirme profundamente traicionada y agredida en un proceso de organización colectiva. Y de todos estos procesos aprendí, aprendí a ser mas asertiva, a ser más paciente, a ser más empática. Pero de lo que pasó atrás del escenario el 8M y lo que pasó días después aprendí en que con el feminismo todo, con las feministas nada. El escarnio llegó al nivel que una periodista reconocida a nivel nacional hizo una publicación en Facebook para, bajo el argumento del ejercicio periodístico, someternos al escarnio y casi pedirnos que sacáramos la información vía solicitudes de transparencia. Yo pendejamente le respondí, luego leí una denuncia contra ella por transodio y quedé como payasa por responderle a una terf.

Vendidas, qué significa ser una vendida. Si vendida se refiere a que tengo un salario como activista, entonces sí soy vendida. Recibir recursos de fondos para activistas ha marcado un después y un antes en mi vida, no solo como activista y feminista sino como persona. Si con vendida se refieren a que sé gestionar recursos. Sí, sí sé. Soy una perrita para conseguir recursos. Y sin rencores puedo ayudarlas a que ustedes también aprendan. Idealizar la autogestión es o para morras privilegiadas o para morras que fueron educadas con una visión muy mártir sobre la vida. Y a lo único que las va a llevar es a vivir experiencias de precarización, pero ninguna activista tiene que pasar por experiencias de precarización, la experiencia de empobrecimiento no te dignifica como activista, no banalicen ni romanticen la precariedad. El feminismo ocupa bichotas y no mártires de la causa. El dinero en un proyecto de activismo, usado éticamente, es una gran herramienta, implica sanación colectiva, reparación, redistribución y, en términos prácticos: ayuda a ser más eficiente y eficaz. Pero si con vendida se refieren a que el gobierno me dio dinero para convocar una marcha tranquila, me ofenden. Pero también es una ofensa a su inteligencia y pensamiento crítico. Si pactamos: ¿una marcha pacífica porque en los materiales que difundimos les dijimos una y otra vez que la iconoclasia era totalmente bienvenida, acompañada y protegida? Mejor aún, ¿creen que el gobierno pactaría con una mujer como yo? Si me vendí: ¿por qué he decidido llevar hasta las últimas consecuencias el amparo para sacar del código penal el aborto? Aprovechar las voluntades forzadas, no es venderse. Es ser estratégica. Y ser estratégica no es dejar de ser radical. Junto con Sofia rayamos varios edificios de gobierno. Fue muy emocionante, pero en mi experiencia nada más emocionante que recibir la cabeza de un servidor público que vulneró los derechos humanos de una menor. Nada más placentero que lograr el perdón público y una reparación del daño.

Y este es un texto bien visceral, sí, porque estoy muy enojada. Porque tengo derecho a estar furiosa porque son unas hipócritas irresponsables que se pasaron de lanza y luego se tiran al piso a llorar y a decirme que estoy abusando de mi poder. Estoy que me lleva la verga porque sus rumores y su desinformación pudieron ocasionar una maldita tragedia. ¿Se imaginan una estampida? ¿Se imaginan una riña? ¿Con diez mil mujeres de todas las edades en una explanada? Nuestras decisiones tienen consecuencias.

Yo he asumido las consecuencias de todas mis decisiones y hasta donde tope con la publicación de este texto. Háganse cargo del daño que nos hicieron con sus mentiras e información sacada de contexto —y de forma incluso ilegal— de nuestros chats de organización. El día 17 de marzo seguían llamándonos vendidas. No han dejado de hacernos pleito ratero diciendo que disentir no es violentar, que tener formas diferentes de hacer las cosas no es violentar, que ser incorrectas no es violentar, que nosotras somos malas vendidas y que estamos abusando de nuestro poder. Lo suyo, en todo caso, se trata de posturas políticas, de berrinche porque un 8M no fue lo que ustedes esperaban: lo nuestro se trató de agresiones físicas y verbales que tuvieron efectos concretos en nuestra salud mental. No nos hagan luz de gas y háganse cargo de su cagadero. Sacar información confidencial de contexto, crear rumores, no desmentir rumores cuando tienes oportunidad, es violencia. Tiene un grado de responsabilidad en la violencia que vivimos y quiero que se hagan cargo.

Yo al chile no vuelvo. No vuelvo a organizar una marcha del 8M. Pero en Aguascalientes tenemos temas pendientes que urge hablar. El movimiento feminista nunca ha sido heterogéneo, es en palabras de Audre Lorde: la casa de la diferencia. Las mujeres somos diversas y está bien. Las formas de organizarnos son diversas y está bien. Hablemos de: ¿qué significa que una marcha sea para todas? Porque me da la impresión de que para muchas morritas ese para todas solo significa quemar, quitar, llorar y rayar. Eso no es para todas. ¿Qué sí significa para todas? ¿Podríamos imaginar una marcha donde marchemos todas y al final cada quien se organice en la plaza para accionar como mejor le guste, sin juzgarnos, respetando las formas de todas con perreo, quemas, infancias, teatro, música y mil formas? Pero, también tenemos que hablar de cómo gestionar la envidia. Es importante hablar sobre cómo gestionar el que una morra nos cague, cómo no hacer político algo que es personal. Cómo gestionar la envidia de la proyección de otras. Cómo gestionar los sentimientos culeros hacia otras que todas tenemos y no usar la autogestión, la horizontalidad, las otras formas para justificar nuestras acciones, cuando en realidad es envidia, odio, prejuicios. Hablemos, pero hablemos al chile. Aprender de procesos colectivos, que el 8M es de todas pero que los procesos organizativos se respetan o se generan los propios. Que las marchas son para todas, pero los procesos organizativos son de quien los trabajó. Hablar de trascender la catarsis y pasar a la justicia restaurativa y la sanación colectiva. Cuestionarnos el por qué esperamos todo el año para gritar y abrazarnos, hacer el 8M algo cotidiano en nuestras vidas, desaprender la indefensión, quemarle hasta el nido de la perra a los agresores en corto. Entender que mover el culo es político. Entender que hay morras que ocupan tomar transporte publico a las 9:30. Generar espacios de acción colectiva para acompañar familiares de víctimas, más allá de los pases de lista. Acompañar todo el año. Gritar todo el año. Quemar todo el año. Generar espacios de goce colectivo porque también nos los merecemos. No aceptar discursos de odio. No ser tibias con el racismo, el clasismo y el transodio. Abortar el feminismo como una teoría de las amas blancas de la plantación, como dice la colectiva Afrontera. Cuestionar el separatismo. Cuestionar las consecuencias políticas de que el Frente Nacional por la Familia sí trabaje con las instituciones y nosotras no. Hay que recordar siempre que el feminismo es un movimiento político.

Hay muchos temas pendientes en organización colectiva que tenemos que resolver. En todas las formas de organización política lo que no es válido es que tengamos aversiones personales, las disfracemos de diferencias políticas, nos justifiquemos en ellas para generar rumores y sacar información de forma peligrosa de contexto y generemos climas de violencia, agresiones, físicas y verbales a otras.