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Desde los zulos

Dahlia de la Cerda

La Okupa Cuba y el elefante blanco en la sala

Tenemos que hablar. Pero tenemos que hablar al chile, a calzón quitado, sin sentimentalismos. Aquí hay un elefante blanco en la sala, un cagadero y todas se están haciendo que la virgen les habla. No, no es de ahí, compas. ¿Ahora qué pasó y de qué me voy a quejar? Del tratamiento que se le está dando al tema de la Okupa desde el movimiento feminista.

Contexto: hace unos días se viralizaron en redes sociales una denuncia y unos videos sobre la agresión de unas morras encapuchadas a una señora. En los videos se puede observar cómo cuatro mujeres desmadran a batazos el auto de una profesora, con la profesora adentro. Encapucharda,* megáfono en mano, grita: cámara mi doña, ya se la sabe cómo es la dinámica aquí, aquí no es su colonia rica. Twitter ardió. Al día siguiente un operativo llegó a la Okupa a recuperar las instalaciones y a arrestar a las morras denunciadas. El operativo fue llamativo, sí. A mí que me encanta el mitote estuve muy al pendiente. Vi un montón de policías y mucho escándalo, pero no vi putazos a las detenidas, ni uso excesivo de la fuerza, vi un operativo con un chingo de policías, mucho pedo pero no agresiones fisicas. Culeros los que hacen en el barrio de mi suegra, ahí sí llega la Guardia Nacional y el despliegue de violencia es una cosa impresionante. Acá lo que vi fue a una morra trepándose onda Joker al edificio de al lado, amenazando con volarlo. Vi a los vecinos aventarle agua y gritarle: Nunca nos respetaron, a nadie y vi a una policía dándole contención para que se bajara. Y escuché aplausos cuando se las llevaban detenidas. También escuché a Encapucharda gritar: Juicio justo. En eso estoy de acuerdo con ella. Juicio justo.

Miré muy divertida el espectáculo. Perdón, feminismo. Pero de verdad se me hizo súper cagada la situación. No el despliegue policiaco porque, aunque no vi violencia física, tanto pinche policía como para qué, si ya sabían que ahí nomás había a lo mucho cinco morras. Lo cagado fue todo el brete que armó la Encapucharda, porque la conozco de años, de añooos, y de verdad es que no di crédito a lo que veía. Siempre supe que ella era la mandamás de la Okupa pero jamás pensé que la vería en una situación así porque la morra era culera, pero del tipo culera que es una persona descuidada de sus afectos, un chivo en cristalería, en general dada a la mierda, tan dada a la mierda que me deseó la muerte un motón de veces, pero nunca pensé que tuviera un perfil criminal de ese nivel. Quizás porque como nos pasa a todas: la subestimé por el pacto, a veces peligroso, que hacemos las feministas cuando entramos al feminismo like a secta. Pensé mucho en cómo llamar a ese pacto.

A este tipo de complicidad se le llama que lealtad de clase, complicidad masculina, complicidad blanca. Pero, ¿cómo llamar al pacto que hacemos las mujeres cisfeministas con otras mujeres cisfeministas de que todo lo que hagan, así sea una atrocidad, será menos atrocidad porque la ejecutora o agresora es una mujer cis que se asume feminista? Bueno, ese pacto que nos hace pensar que analizar todo con el factor panocha con calzones morados ya pone a toda hembra, bípeda, implume, más allá del bien y del mal. Y así nos va. Cuando estaba en el punto más bajo de mi vida, con una referencia del IMSS por riesgo de suicidio, Enchapucharda decía que ojalá algún día cumpliera mis amenazas y me matara. Pero las gafas violentas me hicieron justificar sus palabras: pobre morra, es así porque tiene un pedo de salud mental del que no se ha hecho cargo.

Desde hace año y medio uno de mis múltiples trabajos es el fortalecimiento de los movimientos sociales y la sociedad civil organizada. He revisado los programas de decenas de fondos para activistas y organizaciones filantrópicas, he dado seguimiento a colectivas, organizaciones civiles y movimientos sociales. He hablado con donantes y activistas de todo el mundo. Los tópicos se repiten: el difícil acceso a los recursos económicos por trabas burocráticas; la reproducción de las lógicas coloniales en las prácticas filantrópicas de que el Norte salvando al Sur; o como cuando los fondos u organizaciones internacionales quieren poner una sede en el sur global pero sus oficiales de programas siguen siendo del norte global; los requisitos racistas y clasistas para acceder a puestos ejecutivos en las organizaciones civiles: puntos extras si la maestría es en el extranjero o hablar inglés perfecto; la persecución estatal, la reproducción de las lógicas empresariales en las organizaciones civiles de que trabajar más de ocho horas diarias, que te pidan que te pongas la camiseta, sobrecalificación para sueldos de mierda y ambientes laborales tóxicos. Se habla mucho de la infiltración y las practicas porriles para desprestigiar a los movimientos sociales, por parte de externos, mercenarios. Pero nada de los escarabajos peloteros, en este caso: escarabajas. Perdón por el nombre: escarabajos peloteros, pero no encontré otra forma de nombrarlo y la verdad me dio tremenda pereza echarle más imaginación. Pero, ¿a qué me refiero con escarabajos peloteros? Me refiero a personas que sí se asumen como parte de un movimiento social, que incluso sí han militado, pero que son al mismo tiempo unas tremendas mierdas y que perjudican a los movimientos sociales más de lo que lo que pueden aportar. Creo que todas conocemos a una morra o persona que va más allá de ser crítica, pedosa, enojona, mandona o autoritaria. No es un tema, como dice Mikki Kendall en Feminismo de barrio: de morras que hieren nuestros sentimientos con sus críticas, pero tienen razón. No. Es de esas cabronas que se comportan como porras, tienen prácticas reventadoras, son anti-derechos, les gusta incumplir acuerdos, tronar asambleas y procesos organizativos por joder, por narcisistas y por mierdas. No son infiltradas, son simplemente morras con prácticas de la verga. Pero que como se asumen feministas, las dejamos ser. Un ejemplo de los escarabajos peloteros son las feministas trans excluyentes y las feministas abolicionistas: sabemos que son anti-derechos, que discriminan y violentan los derechos de las personas trans y trabajadoras sexuales, que son policías de la moral y de los genitales y que militan leyes que joden en lo concreto a otras mujeres, pero las dejamos ser. Ahí están ellas en las asambleas, siendo jurados, en espacios de luchas sociales, en los noticieros, en las editoriales, en los congresos feministas. Generan discordias, generan violación a derechos humanos, pero ahí están. Hay que escucharlas, hay que escuchar todas las voces, decimos, ser crítica no tiene nada de malo, decimos. Y las dejamos que cada día tengan más y más poder, porque como tienen panocha, hay que tenerles consideraciones. Y así nos fue.

Le di, por mi trabajo, seguimiento a la Okupa. Poco duró la utopía de un refugio para mujeres tomado y gestionado por las madres. Más allá de la parafernalia y el romanticismo, en corto terminó como terminan los espacios donde hay escarabajos peloteros: en un mierdero. En el seguimiento que le di supe que el espacio fue inicialmente tomado por madres de víctimas. Desde el momento en que supe que Encapucharda estaba ahí metida, dije: ya valió verga. Porque la conozco, porque sé que lo que toca lo hace mierda.

Pero le di el beneficio de la duda porque me emocioné de ver los cuadritos intervenidos, las infancias encapuchadas, la solidaridad internacional y la potencia del hecho de

que madres de víctimas tomen un espacio. Super punks, las mamás. Me duró poco el gusto. Poco a poco empezó el mitote. Las madres de las víctimas dejaron el espacio por diferencias irreconciliables con el bloque de Encapucharda. Acusaciones de desvíos de recursos de cantidades enormes. Acusaciones de gastarse el dinero en drogas, alcohol y fiestas. Acusaciones de robo por parte del bloque de Encapucharda, de violencia física y verbal, de amenazas. Yo cada que veía una denuncia nueva tragaba palomitas y decía: les dije, se les dijo, pero les encanta romantizar la capucha. No hace falta que haga un recuento de los buenos (que son pocos, seamos honestas) y los malos momentos de la Okupa porque hay decenas de denuncias. Hay videos de esas culerillas aventándole huevos por la ventana a la madre de una de las víctimas, hay evidencia de que fueron ellas las que rayaron los bares de la comunidad lgbtti. Un mierdero. Las dejamos ser porque hembras bípedas implumes que se asumen feministas y que usan capucha. Quemaron todos los puentes. Trataron de hacer control de daños llamando a una de sus amigas, feminista de esas que es amiga de las trans, pero también en secreto de las que las quieren muertas. Hicieron dos o tres ejercicios de simulación a los que ellas llamaron de vinculación con colectivas trans. Mentira. Enchapucharda es transodiante, lo fue desde siempre, y de las más crueles: de las que usan insultos culerísimos contra las morras trans. En tiempos más recientes leí quejas de los vecinos, hablaban de extorsiones, de venta de drogas, de fiestas con cover, de cobro a cambio de protección. Ustedes que conocen mejor que yo el contexto de la Ciudad de México: ¿Neta creen que unas morras podrían vender motita, cerrar la calle, cobrar el paso y hacer los desmadres que hacían nomás de huevos? ¿En esa zona? ¿Sin alianzas complejas? ¿Sin alianzas con gente que controla la zona? ¿De verdad? ¿Por qué nunca había habido un operativo en el centro de la ciudad pese a que es un mierdero? Quizás y solo quizás por las mismas razones por las que nunca había habido uno en la Okupa, pese a que los vecinos tenían meses quejándose de ellas. Emoji de ojitos. Pero a nadie, pese a lo complicado que sea un contexto, pese a la protección de quien sea, pese a legitimidad de quien sea, le conviene un escándalo viral. Nadie, quien sea que esté siendo omiso a lo que pasa en el Centro de la Ciudad, incluido lo que pasaba en la Okupa, iba querer hacer control de daños de un desmadre viral de ese tamaño.

Un espacio que genuinamente fue tomado por mujeres en busca de justicia se convirtió en un espacio que era centro de operaciones delictivas como extorsión, violación a derechos humanos, discursos de odio, violencias graves contra otras mujeres, venta de drogas. Hay un video de Encapucharda donde narra, súper empoderada, cómo casi mata a golpes a una policía. Literal dice: casi le arranco la cabeza y se la llevaron en una ambulancia. ¿Cómo pasó? ¿Cómo pasó Encapucharda de ser una culerilla a una morra en conflicto con la ley? ¿Protección de gente poderosa? ¿Alianzas con los grupos que protegen la zona? ¿La certeza de que un movimiento social te está cuidando las espaldas? Posiblemente todas. Pero la que a mí me importa es la última: la certeza de que un movimiento social te está cuidando las espaldas y si haces cualquier mierda van a salir a negar tus delitos, a decir que tus crímenes son menos crímenes porque no se están juzgando con las lentes violentas, que el Estado te está persiguiendo, que eres una presa política.

Hace tiempo en un debate un provida me dijo directamente: lo que tú haces es delito y no voy a parar hasta verte en la cárcel. Se refería a mi trabajo como acompañante de abortos y traficante de medicamentos para abortar. Le dije con muchos huevos: Sí, es delito. Te reto a que me lo compruebes. ¿Creen que es gratuito? ¿De verdad creen que un día me desperté y dije, me vale verga? Nombre. Me empoderó saber que tengo un chingo de gente cubriéndome las espaldas, que hay gente con mucho capital económico, político y social que me ha dicho: no voy a dejar que pises una cárcel. No saben. De verdad no saben cómo enloquece a una morra con trastorno borderline este pedo. Antes me daba miedo el tema del misoprostol, ahora lo mando en Uber, normal, así casual. Pero este poder también se puede usar para hacer cosas ojetes. Ahí están las feministas anti-derechos. Las dejamos ser. No les ponemos un alto. Les damos con nuestro silencio el respaldo de un movimiento entero, y creamos monstruos. Las dejamos ser. Entre nosotras no hay que ser tan severas. Cada quien tiene sus procesos. Podemos tener diferencias teóricas. Podemos tener diferentes formas con ellas. Algo tienen las capuchas que nos hacen bajar la guardia. Quizás porque nos recuerdan a las poderosísimas mujeres zapatistas y pensamos que toda encapuchada tiene ese nivel de organización y proyecto político. Pero no. Quizás también que el kit: mujer cis + que se enuncie feminista + capucha= idealización extrema por parte de otras feministas. Golpean mujeres policías: bueno, es que las puercas no son mujeres. Quiebran piñatas con la bandera trans: bueno solo es una piñata. Rayan mensajes de odio contra la comunidad lgbttti: bueno, no estoy de acuerdo con ellas, pero decir terf también es un discurso de odio. Agarran a palos a una mujer de la diversidad funcional y a su novia: bueno es que también si ya saben que son separatistas a qué van a su mercadita. Bueno, sí desmadraron el auto de una señora con la señora dentro, pero también hay que oír la versión de ellas.

Para ir cerrando: soy a nivel feminista anti-carcelaria y anti-punitiva. Estoy en contra de la política de drogas que criminaliza al narcomenudeo. Urgen alternativas a la prisión para mujeres con dependientes que son criminalizadas y que no representan un peligro para otras personas. Sí. Tengo especial empatía por las personas en conflicto con la ley. Llevo años queriendo dar talleres de creación literaria en complejos industriales carcelarios. Tengo amistades y familia a la que amo profundamente que se dedican a giros en conflicto con la ley. Los afectos están donde están. Y ni modo. Pero lo que sí me escama es la banda que usa los movimientos sociales para pasarse de verga: desviar recursos, hacer alianzas ojetes que vulneran los derechos humanos o acumular poder para cometer crímenes pensando que te vas a salir con la tuya.

Pero el tratamiento que le están dando al tema de la Okupa está de la verga. ¿Hubo violaciones al debido proceso? Que se castiguen. ¿Hubo violaciones a derechos humanos? Que se sancionen y se giren recomendaciones. ¿El caso de la maestra fue un cuatro del Estado? no mamen, parecen vatos de izquierda cuando los denuncian por agresiones machistas. ¿Debería haber alternativas a la prisión para mujeres con dependientes? Sí. ¿La Okupa era un refugio para víctimas de violencia? No. ¿La mariguana debería ser legal y las mujeres vendedoras deberían ser beneficiarias de la legalización? Totalmente. ¿En la Okupa había marihuana a granel para la venta? Sí. ¿El Estado persigue a activistas? Sí, sobre todo a las y los defensores del territorio, como en Kenia. ¿El Estado está castigando a las morras de la Okupa por su trabajo como activistas? No. ¿Fue una mamada el tremendo operativo que montaron? Sí. ¿Les fabricaron delitos? No. ¿Las cuatro morras que atacaron a la maestra son las detenidas? Sí, al menos Enchapucharda sí es. ¿El movimiento feminista tiene responsabilidad en que un espacio que pudo ser un gran proyecto de emancipación se convirtiera en un mierdero? Sí, por ser tolerante con los escarabajos peloteros, por apelar a la sororidad, por apelar a respetar las formas y procesos de otras.

Nos urge hablar del Elefante en la Sala: los escarabajos peloteros y qué, cuándo y cómo no vamos a seguir dejando que jodan los movimientos sociales con sus prácticas porriles, reventadoras, su militancia anti-derechos y sus discursos de odio. Encapucharda es el ejemplo de ello. La dejamos ser, fuimos tolerantes con ella, pobrecita, es explosiva, pero no es mala persona, no es para tanto que te desee la muerte, no es para tanto que les diga hombres con falda a las mujeres trans, es que ha vivido mucha violencia en su vida, es que tiene problemas graves de salud mental. Ahí las consecuencias. No solo jodió un espacio porque no supo gestionar el poder colectivo que le dimos con nuestra indolencia, también le jodió la vida a otra de las detenidas que hacía un trabajo increíble de visibilización del feminicidio.

¿Tengo miedo de herir susceptibilidades con este texto? El miedo a herir susceptibilidades lo perdí cuando supe que ustedes no reparaban en herir la mía cuando me piden que sea empática con mis agresoras. Encapucharda me deseaba la muerte cuando estuve luchando por mantenerme con vida. ¿Qué empatía le puedo tener? No mamen.

Finalmente: Me da muchísima tristeza y coraje ver cómo han dejado sola a la profesora por su romantización a unas hembras, adultas, de la especie humana, implumes con capucha que se asumen feministas. Qué vergüenza ver que poquísimas organizaciones se han pronunciado sobre la agresión. ¿A qué le tienen miedo, compañeras? ¿No les parece más peligroso dejar que los escarabajos peloteros de los movimientos sociales se sigan saliendo con la suya? Recuerden que la profesora levantó una denuncia y que por muy anti-punitivas que seamos la justicia restaurativa pone en el centro a las víctimas, y aquí la víctima es la profesora. Dejen de limpiarle el culo a las agresoras. Les pido que sean dignas: defiendan a sus amigas, pidan un juicio justo para ellas. Vénganse a militar al tema de la política de drogas, las alternativas a la prisión y el anti-punitivismo, pero de momento sean dignas y reconozcan que sus defendidas son unas agresoras, que cometieron actos delictivos justificándose en un movimiento social. Que traicionaron una causa. Que nuestro silencio, nuestro respaldo y nuestra tolerancia nos hace cómplices. Defiéndanlas, pero recuerden que hay muchas víctimas, suyas, que merecen reparación y justicia.

* Encapucharda es el seudónimo que usaré para referirme a la líder de la Okupa.