La rabiosa honestidad de todas las voces narrativas que protagonizan estos cuentos no puede menos que fascinarme.
Una sociedad en la que está excluida la posibilidad de la guerra civil, es decir, la forma extrema del disenso, es una sociedad que solo puede encaminarse hacia el totalitarismo.
Por ridículo que sea escribir a un escritor, que está siempre, por la naturaleza de su oficio, inundado de cartas, no puedo resistirme a hacerlo después de haber leído Los grandes cementerios bajo la luna.
La paz posterior a las grandes guerras es europea, un «premio» por nuestra caída del trono. Y ahora también esto ha terminado.
América Latina se ha convertido en el lugar del primer genocidio global. Allí surgieron las formas originales de conquista y exterminio, que representaron de manera anticipada el racismo moderno y la destrucción colonial.
La luz del cielo se abre Es el sol | que sale, resplandece en los cristales de los árboles | El sol inferior sale desde abajo | desde dentro de lo interior, de su clara tiniebla
Porque pocas cosas hay, en este año del señor, 2011, que te hagan sentir tan inútil como sentarse a escribir una novela. Miento: sentarse a escribir un poema.
La ofensa era lo de menos. Lo inaudito es que sucediera al interior de un camión de la agencia del transporte municipal de San Francisco. La capital gay del mundo según el histórico cliché.
Hay a quienes les funciona sentarse en un diván a analizar por horas por qué son cómo son. A mí no me interesa saber por qué soy como soy, me interesa ser funcional.