Lecturas

Año nuevo 1990

Göran Sonnevi

La luz del cielo se abre Es el sol

que sale, resplandece en los cristales de los árboles

El sol inferior sale desde abajo

desde dentro de lo interior, de su clara tiniebla

Es el mismo sol, nosotros somos sus hijos

Cuando se encuentran los soles ya no existimos

Miro ahora en el tiempo de la nueva luz Lo que

espero no lo sé, tampoco casi

lo que deseo Estamos hechos de utopías, todavía

no nacidas, en lo real, resplandecientes en la doble luz

Los conflictos pueden empezar aquí, sin violencia, simplemente

con que no retengan nada ¿Tan simple?

¡No! ¿Cómo pudiste creerlo? Los conflictos existen en lo real

También intrincados, y con violencia oculta, también bajo

lo abierto Cuando se quita lo abierto surge lo oculto

También debe desaparecer Podemos hablar unos con otros

El canto es solitario, excepto en la extrema voluntariedad, o su

aproximación, porque también nosotros somos seres humanos Tú

ayudas ahora a mi madre a lavarse la cabeza; me alegro

Ese impulso de ternura Lo no creado El niño

Estamos en lo abierto; pero solo mientras no

esté cerrado, desde fuera o desde dentro No decidimos nosotros

No hay liberación que pueda ser controlada; ni siquiera la nuestra

Dormimos uno al lado del otro, el sueño de la primera noche

Creí por un instante haber comprendido algo más

de las estructuras del cegamiento, en mí, fuera de mí Luego

comprendí que no había comprendido Que no era

suficiente Como si el cegamiento oscuro

fuese siempre mayor Pero la luz viene entonces de dos sitios al menos

una y otra vez, en su movimiento circular La recogemos,

en nuevas vueltas incesantes El cómo calculamos no importa

Se suma en nosotros, en la integral de cada instante Cómo

Vivimos juntos en la realidad, con qué cegueras

con qué visión Con qué espejos que levantamos unos ante otros

El sol inferior se retuerce en mí Estoy tensado en torno a su universo

Tal vez haya palabras más pequeñas Miré los rostros de los muertos,

unos sonreían en la muerte, y con los ojos abiertos Lo que había antes

era peor, aquella utopía Como si pudiésemos elegir

Pero podemos, todos, también en el sol común ¿Una elección libre?

¡No! Ninguna elección es libre, pero a pesar de ello podemos elegir

Si todavía está abierto, aunque sea por un instante, entre los regímenes

Todos estamos informados de lo que no existe, el instante

anterior a lo real Pero entonces tenemos que estar vivos Estamos en la luz solar abierta

En su torrente, también desde abajo, desde todas partes En el árbol

Traducción de Francisco J. Uriz