Un hombre como de treinta y cinco años aparece a cuadro, arrastrando varias bolsas llenas de basura. Lo sigue un niño de doce años con un uniforme de futbol, que también arrastra bolsas de basura.
Hombre (coloca las bolsas en el suelo, sonríe): Bueno, aquí estamos.
Niño (con tristeza): Aquí estamos.
Hombre (mirando su reloj): Bueno, entonces voy a recoger a Kaya del kínder.
Niño: Está bien.
Hombre: ¿Te acuerdas de lo que tienes que hacer?
Niño (asiente).
Hombre: ¿Qué?
Niño: Esperar aquí con las bolsas hasta que venga el camión de la basura, y después decirle al conductor que mi papá programó una recogida extra de basura.
Hombre: ¿Y…?
Niño: Y no importa lo que diga, no dejar que me aviente en la parte trasera.
Hombre (comienza una frase con la que claramente ha machacado al niño): ¿O…?
Niño (recordando): O me siento adelante junto al conductor, o (se le olvida)… o si no…
Hombre (tratando de ayudar): ¿O si no mi papá…?
Niño (recordando): O si no mi papá le causará tantos problemas en el Departamento de basura que maldecirá el día en que tomó el trabajo de recolector de basura.
Hombre: Perfecto. (Revuelve el pelo del chico). ¡Ese es mi muchacho!
La conversación se ve interrumpida por el sonido de una bocina. Se abre el cuadro y vemos a un camión de basura que se detiene justo a su lado.
Conductor: ¿Perdone? ¿Escuché que alguien me causará muchos problemas?
Niño (alegre): Sí, ¡mi papá!
Hombre: No haga caso de eso, me alegra que haya aparecido. (Mira su reloj). Cinco minutos tarde, pero apareció. Pedí la recolección para la una de la tarde, y acordé por teléfono que puede aventar las bolsas en la parte trasera, pero que el niño tiene que viajar en el frente. ¿Está bien? Entonces me pongo en marcha.
Conductor: Espere un segundo.
Hombre: No tengo un segundo. Voy tarde para recoger a mi niña. Mire, hablé con un tipo llamado Yai’sh: ¿lo conoce? Y dijo que está todo listo, el chico viaja adelante. (Comienza a alejarse caminando).
Conductor (hablándole al hombre): ¿Adónde va?
Hombre: ¿Qué quiere decir?
Conductor: Me refiero al niño que viaja delante: ¿adónde va?
Hombre (se detiene): ¿Y yo cómo voy a saberlo? Pues a donde lleven todas las chingaderas que la gente ya no necesita. Creo que vi algo en la televisión. Es un lugar en el sur, ¿no? En el desierto…
Conductor: El niño: ¿es suyo?
Hombre (acariciando la cabeza del niño): Claro que es mío. ¿Cree que me importaría dónde se sienta si no fuera mío?
Conductor: Y si es suyo, ¿por qué lo desecha?
Hombre: ¿Disculpe?
Conductor: El niño. ¿Por qué lo tira? Es un niño guapo. Es una pinche lástima.
Hombre (enojado): ¿Y qué si es una lástima? ¿Me está diciendo que no recolecta cosas que sean una pinche lástima o qué?
Conductor: Está bien, está bien, cálmese, tan solo preguntaba. Solo digo que es un niño guapo, es todo. Yo también tengo uno. Así que estaba pensando que, usted sabe, cuando se tiene un niño sano y listo y más o menos guapo, no hay que tirarlo.
Hombre (se aproxima y se sitúa entre el conductor y el niño): ¿Por qué sigue insistiendo en lo guapo que es? ¿Es un pervertido o algo?
Conductor: ¡No! Tan solo digo que… Es apuesto, estéticamente. Es solo un hecho.
Niño: Gracias.
Hombre (encogiéndose de hombros): Es un asunto de gustos. Sus rasgos son un poco toscos, ¿no cree?
Conductor: No para mí. Pero, como dicen, en gustos se rompen géneros…
Niño (interrumpe): Rona Klein dijo que posiblemente soy el niño más guapo de la clase, y que quiere ser mi novia.
Conductor: ¡Muy bien, muchacho!
Hombre: Espera, eso no me lo habías contado.
Niño: Bueno, estabas ocupado… (señala las bolsas)… empacando.
Hombre (guiña el ojo): Rona es esa chica delgada que se pone ombligueras, ¿verdad? ¿La que parece presentadora de televisión?
Niño (asiente con la cabeza y mira incómodo sus zapatos).
Hombre (le da una palmada en el hombro con orgullo al niño): ¿Es la chica más linda de la clase, verdad?
Conductor (con ternura): Lo quiere mucho.
Hombre: ¿Cómo no lo iba a querer? ¿Usted nunca ha tirado algo que quería? ¿Ropa, discos, una colección de sellos postales? Claro que lo quiero, pero hay otras consideraciones.
Niño (explicando): Es un departamento pequeño. No hay privacidad. Tengo que dormir en el balcón. Cuando mamá y papá cogen, los escucho por las persianas.
Hombre: Al principio todo marchaba bien. Pero la niña ya no es ninguna bebé, y necesita su propia habitación. Ya sabe cómo es con las chicas. (Mira su reloj). Mierda, voy tarde para recogerla.
Conductor (le habla al hombre conforme se aleja): Pero…
Hombre: ¡Sin peros! Y recuerde: si lo pone en la parte de atrás (hace una pausa y guiña el ojo al niño), me enteraré.
El niño le guiña el ojo de vuelta a su padre, quien se marcha de prisa. El conductor arrastra las pesadas bolsas, y el niño lo ayuda. Continúan conversando mientras sacan las bolsas fuera de cuadro.
Conductor: ¿Qué es eso tan pesado?
Niño: Mi colección de piedras.
Conductor: ¿Piedras?
Niño: Me interesa la geología.
Conductor: Y el futbol.
Niño: ¿Por qué el futbol?
Conductor (señala el uniforme del niño): Geología y futbol.
Niño: Oh, ¿esto? No, esto me lo compró papá. Quería que jugara futbol. Él era mediocampista de contención, jugaba para el equipo local. Jugó incluso en la liga juvenil con Gideon Damti: ¿ha oído hablar de él?
Conductor (negando con la cabeza): A mí tampoco me encanta el futbol.
Niño: ¿Y el ajedrez?
Conductor: Ese es mi juego.
Niño: Puedo jugar sin tablero, usando solo mi mente.
Conductor: ¿En verdad? Yo también.
Niño: Mi padre dice que es idiota jugar sin un tablero si se cuenta con uno. Es distinto si uno es pobre y no puedes comprarte uno, así que tienes que inventarlo. Ya sabe, como cuando Pelé no tenía un balón cuando era niño, así que solía hacer como si jugara… ¿Sí sabe quién es Pelé?
Conductor (niega con la cabeza).
Niño: No se preocupe, es un brasileño. Mi papá dice… Oye, ¿se dice «Brasileño» o «Brasiliano»?
Conductor (se encoge de hombros y arrastra la última bolsa): e2 a e4.
Niño (caminando tras el conductor): Torre a c6.
Conductor: ¡Ya me comí a tu torre! d2 a d4.
Sonido de un camión que enciende el motor, se aleja a la distancia.