Nunca había estado en Guadalajara.
No había visto nada de Guadalajara.
Y cuando Sexto Piso, el editor, en México, de la traducción de mi poema En mi pradera, me invitó a la fil de 2015, me perdí en Guadalajara y nunca he vuelto ni salido de ahí verdaderamente. Pueden verme quizá hoy en París, pero no soy yo, en realidad.
Me quedé en Guadalajara con Ernesto y con el arquitecto de Guadalajara, Juan Palomar, quien me hizo visitar la ciudad, para ahí perderme. ¿Quizá quería abandonarme en la barranca junto con el puma?
No soy yo quien volvió a París, sino mi alma muerta.
Yo me quedé vivo en la casa soñada por Juan en Guadalajara.
Simplemente encontraron mi poema escrito en una noche de invierno en 2015, en Guadalajara, cuando los otros bebían en la cantina.
Se lo confié a Ernesto, mi editor y amigo, quien volvió sano y salvo de Guadalajara.
Sobre un aire de Octavio Paz
(para Juan Palomar)
Hay una casa en Guadalajara
Me lo dijo Juan
una casa que no cesa
de construirse
una casa que no cesa
de recordarse
lo que ves hoy
es contemporáneo del pasado
lo que desapareció bajo nuestros ojos
lo vuelves a encontrar
incluso más feo más injusto
en la sensibilidad empírica
del paisaje
y a través de muchas
manos cordiales perdidas
tu recuerdo el
de la belleza perdida
no es una cicatriz
es una continuidad
di que no pensamos nunca
en el pasado que regresa
bajo nuestros ojos
en la ciudad
con el miedo de los comienzos
di como decía Octavio Paz
«nacemos en casas
que no hemos construido»
en el camino hacia el lago de Chapala
siempre venden cocos y frutas
Me lo dijo Juan
al volante de su Honda
en la calle Independencia
hay una casa en Guadalajara
Me lo dijo Juan
dividiendo el espacio en tres
un lago
un bosque
una barranca
en el comienzo
para hacer un mundo nuevo
es suficiente
el agua
la selva
y la falla
un lago
un bosque
y una barranca
en el lago
se ahoga tu corazón
en el bosque
se pierden tus pasos
y en la barranca
arrojan tu alma
y a los perros muertos
Me lo dijo Juan
el lago de Chapala es el agua de tus lágrimas
el bosque la Primavera es
tu deseo perdido
y la barranca de Oblatos
es una falla de quinientos metros
el antiguo secreto de la geometría
y de su refutación
en la dulzura del barranco
hay una casa
Me lo dijo Juan
una casa
para las almas muertas
de Guadalajara
quieres hablar
de los cambios vertiginosos
que te han acompañado
tu vida de naturaleza tan cambiante
que no puede abandonar lo peor
ni lo mejor preservar
y todos nosotros nuestra vida
solo busca cambio y novedad
¿qué ocurrió?
el lago no cambia
la luz es la misma
en esta hora tan particular
del día
la ciudad se construye así su propio recuerdo
a través de aberraciones sucesivas
hay una casa en el cielo
de Guadalajara
Me lo dijo Juan
también están las siete casas
de Santa Teresa
en la casa que construyó Luis Barragán
para su amigo Efraín González Luna
siete como innumerable
es el placer de gozar
la casa del alma
como las siete estrellas
del Apocalipsis
y los siete candelabros de oro
que vi
en Guadalajara
en las manos
de las pequeñas mendigas
de la catedral de Santa María
que colgaron en mi corazón
las palabras eres un sueño
hay una casa en Guadalajara
Me lo dijo Juan
una casa de compasión
una casa de silencio
entre cuatro plazas
donde el presente es perpetuo
donde las almas muertas
de Guadalajara
comen el mismo pan ahogado
de la ciudad
desde siempre
tu alma nunca ve el puma
de la barranca
pero el puma existe
yo lo vi sonreír
con su sonrisa de puma
en la habitación del abuelo
el padre de tu padre
que era arquitecto
e iba vestido de bosque